Curazao sueña y mira con optimismo el camino hacia la Copa del Mundo de 2026. La selección caribeña, que ha mostrado una evolución sostenida en los últimos ciclos, fortalece su proyecto deportivo gracias a la incorporación de futbolistas con experiencia europea como Leandro Bacuna y Juninho Bacuna, dos nombres que elevan el techo competitivo del equipo.
Ambos mediocampistas, formados en el fútbol neerlandés y con rodaje en ligas de alto nivel, aportan jerarquía, dinámica y liderazgo a un plantel que ya venía consolidándose en la región. Leandro ofrece versatilidad y experiencia internacional, mientras que Juninho suma despliegue, creatividad y llegada desde segunda línea, cualidades clave para un seleccionado que busca dar el salto definitivo en la Concacaf.
La posibilidad de contar con los hermanos Bacuna potencia una base que combina talento local con jugadores de diáspora, un modelo que Curazao ha sabido explotar en los últimos años. El impacto no solo se refleja en el campo de juego, sino también en la confianza del entorno y en la percepción de los rivales, que ahora miran al conjunto caribeño con mayor respeto.
El Mundial 2026 abre posibilidades de esperanza
Con el formato ampliado del Mundial 2026, que otorgó más cupos a la región, las aspiraciones de Curazao dejaron de ser una quimera. El objetivo inmediato es competir con regularidad ante selecciones históricas del área y llegar a las instancias decisivas de la eliminatoria con opciones reales.
El desafío será traducir el talento en resultados y sostener una idea de juego clara a lo largo del proceso. Si logra integrar plenamente a figuras como Leandro y Juninho Bacuna y mantener la solidez colectiva, Curazao puede convertirse en una de las historias revelación del camino rumbo a 2026.





